La órbita es la cavidad de la cara en la que esta alojado el ojo, la grasa y los músculos que le mueven. Esta formada por la unión de distintos huesos, y tiene forma de pirámide invertida, con la base hacia afuera. Se pueden diferenciar cuatro paredes en la órbita: el suelo, el techo, la pared medial (la que da hacia la nariz) y la pared lateral (la que da hacia afuera).
En las fracturas orbitarias se puede romper una o varias paredes (fracturas en estallido, las más frecuentes) o se puede romper también el reborde orbitario. Las fracturas que afectan al reborde orbitario suelen implicar traumatismos mucho mayores y son menos frecuentes.
Las fracturas de pared por estallido o blow-out, se producen típicamente por golpes contusos en el ojo, como un pelotazo. Hacen que aumente mucho la presión dentro de la órbita y se rompe por el suelo o la pared medial, que son las paredes más finas y menos resistentes. Al romperse el suelo por ejemplo, lo que ocurre es que el espacio o volumen orbitario (“la habitación donde está el ojo”) se hace más grande, ya que se comunica la órbita con el seno maxilar (sería como si en una habitación se quita un tabique y se comunica con la de al lado, haciendo una habitación mucho más grande).
Al hacerse más grande el espacio, la grasa tiene más sitio por donde repartirse, y el ojo se hunde hacia adentro, produciendo Enoftalmos. Además, el músculo recto inferior se localiza muy próximo al suelo, de forma que cuando se rompe, el músculo puede quedar atrapado en los fragmentos de hueso y no permitir que el ojo se mueva normalmente, produciendo visión doble o diplopía.
Si una fractura no produce visión doble (Diplopía) ni hundimiento del ojo (Enoftalmos), generalmente no hace falta operarla. Si la visión doble no mejora en las primeras semanas o si hay enoftalmos, hay que operar. La cirugía consiste en acceder al suelo de la órbita, sacar los tejidos herniados en el seno maxilar o atrapados en la fractura, y reconstruir el defecto que ha dejado para que no se vuelva a meter el tejido orbitario en el seno. Para acceder al suelo de la órbita, la incisión más recomendable es la Transconjuntival, por dentro del párpado, de forma que no deja cicatriz visible y además es la que menor riesgo tiene de producir una retracción del párpado inferior (dejar el párpado inferior desplazado hacia abajo, con mayor dificultad para cerrar los ojos). El material que se puede usar para reconstruir el suelo de la órbita puede ser hueso del propio paciente o mallas de titanio.