La parálisis facial a nivel de los parpados produce fundamentalmente dos alteraciones: el lagoftalmos o falta de cierre del ojo, y el ectropión paralítico o caída del párpado inferior por falta de tono muscular.

El cierre completo de los párpados es esencial para mantener el ojo húmedo, tanto durante el día como durante el sueño. Si los párpados no cierran del todo, la zona expuesta se puede secar, produciendo un ojo rojo, molestias con sensación de arenilla o dolor, y en los casos más graves se pueden infectar las heridas, dando lugar a complicaciones oculares graves. El lagoftalmos de la parálisis facial, se trata inicialmente con lagrimas y pomadas lubricantes. En los casos en los que no son suficientes y aún pese a su uso aparecen heridas en la cornea, se puede colocar una pesa de oro dentro del párpado superior, para facilitar su cierre.

El ectropión paralítico se produce cuando el músculo orbicular pierde su tono. Condiciona que el ojo este constantemente irritado y que llore. Su tratamiento suele ser con cirugía, generalmente requiriendo tensar de forma eficaz el párpado, y generalmente asociado a levantamiento de la mejilla (lifting de tercio medio facial) para disminuir la tracción hacia abajo por la mejilla paralizada, y al uso de injertos (generalmente cartílago de la oreja) para dar más estabilidad al párpado. Al corregir el ectropión en la parálisis facial suele mejorarse también el lagoftalmos, ya que elevamos el parpado inferior. Este tipo de cirugías “estáticas” de los párpados (no se recupera función, solo se posiciona mejor) suelen hacerse cuando ya se ha descartado una recuperación espontanea u otras cirugías “dinámicas” (las que intentan recuperar función muscular). Se realizan generalmente con anestesia local y sin ingreso hospitalario.

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